En la entrega
anterior describí mi actividad como representante de NOCIRC, organización dedicada
a difundir información para evitar la circuncisión masculina. Se mencionó someramente
que de dicha práctica, considerada por muchos como una mutilación genital;
nunca se ha podido demostrar concluyentemente un beneficio médico y, por el
contrario, múltiples estudios demuestran sus daños a nivel sexual y también
psicológico. Existen varias razones por las que la circuncisión masculina
también es un tema de interés femenino y ya hablé de las razones sexuales.
Continúo con otras.
- Tomando otra de corte médico, están las razones de mortalidad. Pese a la enorme negación que rodea
éste hecho, se sabe de bebés y niños que mueren por complicaciones de la
circuncisión. Contrario a lo que algunos médicos afirman, el periodo
neonatal es de hecho el más
peligroso para cualquier
cirugía. El cuerpo de un recién nacido tiene tan poca sangre que perder un
par de onzas basta para ponerlo en shock hipovolémico, y perder un poco
más puede matarlo. La herida abierta pasará mucho tiempo en un pañal
sucio, con riesgo de infección grave. Para quien desee referencias específicas,
están Ryleigh McWillis (Canadá), Jamaal Coleson (Estados Unidos) y Amitai
Moshe (Inglaterra). Otro bebé judío cuyo nombre no se reveló, murió en
Nueva York en 2005 – no por la operación en sí misma, sino porque fue
contagiado de herpes cuando el mohel
(rabino circuncidador), llevó a cabo la cuestionabilísima práctica del
metzitzah b´peh; costumbre exclusiva
de algunos grupos judíos muy ortodoxos; consiste en que el rabino, después
de la operación, succiona con su boca la herida para limpiar la sangre[1]. ¿Cómo no va a ser un
tema de interés femenino, que una madre pierda a su hijo en el altar de la
tradición?... Es triste darse cuenta de lo protegida que es ésta práctica
entre ciertos grupos, que están dispuestos a cerrar ojos y acallar bocas ante
la pérdida de vidas, con tal de que la tradición sobreviva. Los propios
judíos neoyorkinos dicen (en el artículo citado se ve) que no están
dispuestos a reconsiderar su costumbre. Baste comparar las reacciones que surgen
en Estados Unidos cuando un bebé muere por circuncisión y cuando un niño
muere en algún ritual, por ejemplo, de una religión New Age. En este último caso las autoridades se movilizan,
castigan, prohíben, hablan del derecho a la vida como superior a cualquier
tradición o religión. En cambio, si un niño muere por circuncisión, la
movilización es para proteger “la libertad religiosa”, para asegurarse de
que nadie vaya a quitarme el derecho de mutilar a otro en nombre de mi
ideología. Cómo no va a ser tema de interés femenino el sentimiento que
tendrá para siempre una madre; de culpa, de falla, de angustia, de dolor.
Sí, toda cirugía conlleva riesgos, pero debemos recordar que ésta es una
cirugía innecesaria y algunos
la califican incluso de estética. Por
tanto, aquí una muerte son demasiadas muertes – una totalmente evitable. Una madre
queda sin hijo, pero se le oculta la verdad o se le desprecia su pérdida
para que tanto ella como todas las madres sigan creyendo que “con la
circuncisión no les pasa absolutamente nada”.
- Porque esta práctica es comparable
a la mutilación genital femenina. Esta idea suele levantar revuelo por
varias razones. La primera es que la mutilación femenina, en nuestra
cultura occidental, resulta ajena, culturalmente alejada. Y es muy fácil
criticar lo que hacen los musulmanes a sus hijas del otro lado de la
Tierra; pero muy difícil preguntarnos si nosotros les estamos haciendo lo
mismo a nuestros varones. Persiste la idea de que “se trata de dos cosas
muy diferentes”. No tanto. Se dice que la mutilación femenina es cruel
porque “se hace con el único fin de evitar el placer”. Por un lado eso es
falso: también en Oriente Medio se han publicado “respetables estudios”
que muestran que el corte femenino “mejora la higiene y evita enfermedades”.
Por el otro, se mencionó en la entrega anterior que la circuncisión
masculina también comenzó como un medio de limitación de la sexualidad, y
de hecho se propagó en E.U.A. durante la era Victoriana para dificultar la
masturbación. Hay diferentes grados de mutilación femenina y nosotros sólo
oímos hablar del más grave, donde se cortan los labios vaginales completos;
pero éste tipo es también el menos
practicado. La enorme mayoría de musulmanes que practican algún tipo de “circuncisión
femenina”, no hacen más que cortar el capuchón del clítoris, y a veces ni
siquiera completo. La circuncisión masculina, puesta en escala
comparativa, resulta mucho más severa. A fin de cuentas, mutilación es
mutilación y no se puede promover una mientras se habla en contra de la
otra. El cuerpo debe respetarse y protegerse, el de todos. La
lógica de amputar y después averiguar para qué sirve (el remedio en busca
de enfermedad); es una lógica retorcida trátese de varón o mujer. Debería
ser al revés: demuéstrame que éste problema sólo y sólo puede corregirse cortando. Los gritos suenan igual,
el dolor es el mismo. Perpetuar violencia contra los hombres no es una
manera ética de hacer feminismo.
(Próxima parte:
Ética, psicología y razones socio-culturales)
[1]
The New York Times en línea, Agosto 26 de 2005: http://www.nytimes.com/2005/08/26/nyregion/26circumcise.html
Excelente información que nos proporcionas, de cualquier manera siento que falta contextualizar un poco más este tema, veo que la mayoría de las estadísticas e información vienen de fuentes norteamericanas. Sería interesante conocer el porcentaje de niños circuncidados en México hoy día, así como su situación socio-económica, ignoro si esos datos se recopilan aquí en México. Saludos.
ReplyDeleteEfectivamente, existe muchísima información en inglés y muy poca en español. Créeme, me he cansado de buscar. No hay estadísticas oficiales acerca de cuántos niños mexicanos son circuncisos. Sólo puedo basarme en lo que me dicen, "a ojo de buen cubero", doctores y enfermeras.
DeleteMuy buenooooo!!!!!!!!!!!!
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