Saturday, May 21, 2011

Papás del mundo, por favor DEJEN de traumatizar (accidentalmente o no) a sus hijos.


Para mí es demasiado sorprendente cómo, desde el principio de lo tiempos, tantos padres y madres, de tantas culturas y sociedades alrededor del mundo; tienen ésa extrema obsesión de estar tocando, cortando, manoseando, jaloneando, forzando... o metiéndose de cualquier manera con los genitales infantiles.
  • Circuncisión masculina
  • Lo que hacen éstos rabinos después de la circuncisión masculina y que es indescriptiblemente pervertido: http://www.come-and-hear.com/editor/br_4.html (sí, gente, éso hacen muchos rabinos: después de que despellejaron el pene del bebé, lo chupan con sus bocotas asquerosas, "para detener la sangre").
  • Castración de niños para los coros de la Iglesia
  • Infibulación masculina
  • Sub-incisión masculina
  • Mutilación genital femenina, en al menos cuatro formas distintas:
  • Tipo 1: Amputación del capuchón del clítoris
  • Tipo 2: Amputación del clítoris entero
  • Tipo 3: Amputación del clítoris entero y los labios menores
  • Tipo 4, o infibulación femenina: amputación del clítoris entero, labios menores y labios mayores y suturación de la vagina
  • O también, por qué no, lo que propuso Kellog, el señor del cereal: para los varoncitos, circuncisión, y para las damitas, ácido carbólico en el clítoris. Ésto para evitar que se masturbaran, ambos dos sexos. (http://www.circumstitions.com/Kellogg.html)


¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?... De verdad, no entiendo.
De verdad es difícil entender la obsesión que tienen muchísimas culturas del mundo con ése constante meter mano; de muy variadas maneras, con grados variables de daño y mutilación y trauma; en las partes privadas de sus niños. ¿Por qué?...


El tema me va a dar para una tesis doctoral, pero hoy el punto no es ése.

Es fácil criticar las costumbres de una cultura ajena a nuestro país, o nuestro continente. Fácil levantarse en armas intelectuales a favor de los "derechos humanos", en contra de los rituales que tiene la gente de otro color, que habla otro idioma. Facilísimo pararse, como dicen los gringos "sobre una caja de jabón", y ponerse a dar discursos acerca de cómo las otras sociedades traumatizan a sus infantes.


Lo que tal vez no sea tan sencillo, es preguntarnos si en nuestras culturas pasan cosas parecidas.


Irónicamente, a nosotros los activistas nos pueden llegar a llamar "obsesivos" o "perversos"; por hablar acerca de que a los genitales de los niños de cualquier sexo, se les tiene que dejar en paz y no estar manoseando, ni cortando, ni prensando, ni tironeando. Imagínense cómo tendremos que llamar a toda ésa gente que aboga por sí cortar, manosear, prensar y tironear las partes nobles de niños y niñas. Ugh.


Desde que me ocupo del tema de la mutilación genital masculina y femenina, he estado teniendo acceso a testimonios y materiales asombrosos. Muchísimos hombres viven el hecho de haber sido circuncidados como un trauma. Otros no fueron circuncidados nunca, sin embargo, también viven con un trauma.

Y es que la retracción forzada del prepucio también hace MUCHÍSIMO daño, es increíblemente dolorosa para el bebé o niño, no debe hacerse, y sí, también puede ser la fuente de un trauma muy doloroso.

También hay mujeres traumatizadas, desde luego; ya sea por los manoseos o mutilaciones que vivieron ellas mismas, o por lo que vieron vivir a sus hijos, hermanos, esposos...



Muchos de estos testimonios vienen de hombres que han exigido (y con toda razón), permanecer anónimos.

Tenemos testimonios de hombres y mujeres que, cuando han decidido abrir sus corazones y escribir confiadamente las cosas que les han sucedido, nos han contado:

(nota: muchas de éstas citas las haré de manera no textual, o de plano cambiaré todas las palabras, porque hasta ése punto nos han exigido algunos su anonimidad)

  • Que lleva varios años visitando a un psiquiatra, porque desde que llegó al mundo, el pediatra le ordenó a su madre que debía separarle el prepucio a la fuerza, para evitar "operarlo". Y el recuerdo más vívido y traumático que tiene de su infancia, es el de su madre tocándole diario el pene para separarle la piel a la fuerza, con muchísimo dolor.
  • Que todavía recuerda cómo, a los seis años de edad, el doctor le amarró las manos para que se aguantara mientras le inyectaban anestesia en el pene, antes de circuncidarlo.
  • Que lleva toda su vida (cincuenta y tantos años de edad) luchando contra el trauma que comenzó cuando descubrió que le habían cortado el clítoris de pequeña. Por cierto, éste es el testimonio de una mujer nacida en Kansas, de padres norteamericanos, cristiana, angloparlante, y blanca como la leche. Se llama Patricia Robinett, y quiere que te enteres de que la mutilación genital femenina también se hacía en Estados Unidos en los años cincuenta: http://www.amazon.com/Rape-Innocence-genital-mutilation-circumcision/dp/187841111X/ref=ntt_at_ep_dpt_1
The Rape of Innocence: female genital mutilation and circumcision in the USA

  • Que su madre le causó un trauma espectacular con éso. Desde que era muy pequeño, ella estuvo obsesionada con que ya debía "descapullarse" (retraer a la fuerza el prepucio, para dejar al descubierto el glande. Vaya con las palabras que se inventa la gente), y le ocasionó un verdadero trauma sexual. Durante toda la infancia, no lo dejó en paz, diario volaban las manos maternas hacia su pene, jaloneando y forzando, de modo que él hoy en día visita un psiquiatra y no ha podido tener relaciones sexuales normales (a sus casi treinta años). El pediatra había ordenado "hacerle ejercicios, para poder limpiarlo bien".
  • Que recuerda cómo, detrás de una tela, para que no pudiera ver cómo lo operaban, los doctores aplicaron gasas, untaron líquidos, cortaron... Finalmente, el sonriente doctor le mostró su prepucio amputado mientras decía "¿Verdad que no necesitas ésto para nada?", antes de hacerlo volar hacia el basurero. Creyó que era un castigo momentáneo y que después "se lo devolverían", pero lógicamente éso nunca sucedió. "Tal vez es porque mamá quería otra niña", pensó el chiquillo. Durante muchos años tuvo la sensación de que lo habían acosado o violado.
  • Que a ella le dijo el pediatra que, si no le hacía esta tortura a su bebé todos los días, "para limpiarlo correctamente", entonces necesitarían "sin lugar a dudas", hacerle la circuncisión. Ella siente que no tiene ningún sentido éso de que para limpiar a un varón sea necesario lastimarlo, pero siente que debe obedecer al pediatra.
  • O nada como aquélla mamá mexicana, que me platicó cómo hacía exactamente lo mismo con su niño, los famosos ejercicios de retracción forzada. Algo así como: "Pues sí, mi esposo le hace diario los ejercicios después de bañarlo. Se siente raro, porque a veces yo paso a su lado y lo veo, mi niño está teniendo una erección mientras su papá le hace los ejercicios. Creo que es como si lo masturbara, pero es una masturbación permitida, me imagino". Al poco tiempo me pregunta: "Oye, pero, ¿y qué le digo a mi hijo si un día me pregunta por qué su pene se erecta cuando le hacen los ejercicios?", mientras yo diplomáticamente me guardo la respuesta para mis adentros: "No sé, hermana, podrías decirle la verdad, podrías decirle que es porque su papá lo está masturbando". Y podrías, de una vez, ir ahorrando para pagar ésas caras, caras sesiones de terapia; en donde él tendrá que ponerse frente a un psiquiatra y decirle que tenía erecciones a los tres años de edad mientras su papá le agarraba el pene.
  • Que en cuanto él y sus padres llegaron a Estados Unidos desde su natal Nueva Zelanda, cuando él tenía unos cinco años de edad, a sus padres les vendieron la idea de circuncidar al niño "para hacerlo más norteamericano". Y así lo hizo un cirujano, sin ninguna anestesia. Sólo recuerda cómo se metió debajo de la cama y no salió en varios días. Bienvenido a América, hombrecito.
  • "A mí me mutilaron a los 5 años... a pesar de las recomendaciones contrarias de dos médicos mi padre insistió en que debían hacerlo... claro... él también está mutilado. Y mi madre... pues mi madre es como muchas otras mujeres mexicanas: carece del valor para enfrentar a su marido, y a pesar de que ninguno de sus hermanos había padecido esta tortura, no se le opuso, pues "él ha de saber más de esto". Aún recuerdo que, al despertar de la anestesia, no paraba de llorar. Al salir de la carnicería me regalaron una paleta payaso, como compensación por "ser tan valiente". Eso valían mi prepucio, sus miles de terminaciones nerviosas, la mitad de mi frenillo y el bienestar de mi glande: una pinche paleta payaso. Ahora tengo 33 años; por más que lo intento, no he podido perdonar a mis padres por esta terrible agresión contra mi integridad física, psicológica y emocional. Siento además una malsana envidia por los hombres intactos de las películas porno y sus penes perfectos. Sin haber sido especialmente constante, desde hace algunos años he probado técnicas de restauración del prepucio, con mediano éxito... si hace calor y estoy sentado, últimamente la mitad de mi glande se cubre. Seguiré trabajando en ello. Cuando logre cubrirlo por completo aún teniendo una erección, quizás pueda perdonarlos". Ésto nos lo escribe Manuel desde el D.F.

  • Que en su natal Sudáfrica, cuando era pequeño lo dejaron por algunas semanas en una casa de cuidados infantiles, donde una niña chica lo asustó diciéndole que sus padres nunca regresarían por él. De la angustia, ensució la cama por varios días, hasta que una niñera furiosa decidió castigarlo abusando de él genitalmente - su prepucio no se había retraído aún, y ella lo hizo a la fuerza, con un solo tirón. El niño sólo vio cómo la sangre corría en la regadera. Ésta historia sí es pública, y está aquí: http://www.thewholenetwork.org/3/post/2011/02/a-childs-cry.html ("A Child´s Cry"). Más adelante empieza a comentar cómo ése simple acto de violencia le causó problemas sexuales físicos durante toda su vida, pues su piel perdió elasticidad y finalmente, ya como adulto, tuvo que ser circuncidado de emergencia tras una crisis de balanitis (piel que se queda atorada y corta la circulación del miembro).
  • Que la ciencia médica muestra cómo la retracción forzada puede causar infecciones, adhesiones, irritación, bloqueo uretral, cicatrización, más y más inelasticidad de la piel (o sea que es contraproducente), erecciones dolorosas, laceraciones, dolor fuertísimo (pues la piel está pegada, y aún no está lista para retraerse), y veinticuatro mil otros problemas que pueden llevar a un médico ignorante (o aprovechado) a recomendar la circuncisión "de una buena vez"... Cuando en realidad jamás habría sido necesaria si se hubiera dejado al niño en paz. Y visiten la fuente: http://www.drmomma.org/2009/09/only-clean-what-is-seen-reversing.html
  • Que su madre le gritaba cosas para que "ya de una vez" dejara el glande al descubierto, como había mandado el pediatra. "¡Que si no te tienen que operar!", mientras ella le cogía el pene y él sentía que lo estaban destripando porque nunca en su vida había visto un glande descubierto. Que el conflicto emocional era insoportable. Entre más jaloneaban, más inelástica se hacía la piel, y su madre intentaba un recurso alternativo: animarlo a que lo intentara porque "le iba a gustar". A veces la madre pedía colaboración y lo sujetaban entre dos o más personas, para que no saliera corriendo. Señoras del mundo, ¿hace falta un curso para darse cuenta de que ésa es manera genial de volver loca a una criatura? ¿Hace falta un croquis para imaginar que éstos traumas se enraizan en la mente?... En sus propias palabras; él sólo asocia su área genital con el dolor y el odio.
  • O qué decir de uno de los casos más extremos que se conocen: David Reimer. ¿Lo recuerdan?... El de la pistola electro-cauterizante. El que se suicidó después de años de depresión severa por descubrir que en realidad él no era una niña, que había nacido como varón, pero después de una circuncisión malograda, le destruyeron el pene. Fue criado como niña sin sentirse una, luego se enteró de la verdad y se operó para volver a ser hombre, pero entre tanta depresión y trauma terminó por suicidarse.
  • Que ella no quería hacerle circuncisión a su bebé, pero su esposo (circuncidado) insistía y no escuchaba razones. Ella se había informado bastante, su posición era que no; pero el marido, entre más se hablaba del tema, más se ponía a la defensiva - pues no podía concebir la idea de que su propio pene circuncidado fuera algo menos que perfecto. No le cabía en la cabeza la idea de que, si él era un hombre normal, otro hombre con más anatomía sexual que él, también fuera normal. Insistía furiosamente en que la circuncisión estaba bien, "si a mí me pasó, es porque está bien", así que al bebé se le debe hacer también. Éso se llama negación. La escena más impactante fue ver a su marido acostado en posición fetal, con una almohada apretada contra los genitales, llorando, y exigiendo que al niño había que operarlo. "Para mí era como ver una terapia de regresión... estaba viendo a mi marido revivir el dolor de su propia circuncisión. Su cuerpo arqueado en autodefensa. Suplicando emocionalmente, que se le pusiera fin a su dolor, rogando una solución... y la solución era operar al bebé. Para finalmente sentir que la circuncisión es buena. Sólo así podría convencerse a sí mismo, de que ésto es bueno hacérselo a los bebés - a los hombres".
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Papás del mundo.
Mamás del mundo.
Doctores del mundo.
Por favor.
¡Por favor!
Fuera manos.
¡Fuera manos!

Sólo necesitan lavar lo que se ve. Es todo.

No es necesario jalonear, pinchar, cortar, distender, tironear, meter dedos, prensar con pinzas ni inyectar los genitales de los niños.
Ni de las niñas tampoco.

Sólo es necesaria agua y un poco de jabón.
De preferencia, jabón neutro.

Dejen de masturbar a sus hijos.
Atrévanse a romper la tradición de la mutilación genital, si es que existe en sus familias.

Ya sé que suena horrible, pero si un pediatra les mandó a hacer "ejercicios" en el pene de su bebé, ése pediatra necesita actualizarse, los "ejercicios" no son necesarios, y como bien se daba cuenta la mamá de allá arriba, no es más que una masturbación.

¡Basta de traumatizar niños!


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