Sunday, August 5, 2012

Mutilación genital masculina: La perspectiva femenina de defender los derechos de los varones – Parte 3



            Abordando el tema de por qué la circuncisión masculina es no sólo una práctica médicamente innecesaria y dañina, sino también un tema de interés femenino, se han ido analizando las razones en forma gradual; comenzando con las que resultan más bien físicas, médicas y corporales, y moviéndonos ahora hacia las razones de índole ética, psicológica y socio-patriarcal. Entre más nos movemos de lo físico a lo ético o social, más controversial se vuelve el tema, incluso más especulativo; pues es preciso entender que no resulta igual de fácil llevar a cabo un estudio médico que uno antropológico. En estos tres temas va a tener más cabida el relativismo cultural. Además, las pruebas de un daño psicológico ocasionado por la circuncisión, son mucho más difíciles de obtener y de dilucidar, que las pruebas de un daño físico. Sin embargo, son temas de suma importancia, dada su propia naturaleza.


  • Como se mencionó en la primera entrega, la parte ética es la piedra angular de nuestra ideología. Y es una ética muy fácil de comprender: su cuerpo, su derecho. Ninguna asociación pediátrica del mundo recomienda la circuncisión neonatal de rutina. No tiene absolutamente ningún beneficio, demostrado o potencial, como para que sea éticamente justificable su imposición a un menor de edad, quien evidentemente no puede dar consentimiento informado. Parece obvio, pero aún hay padres que parecen olvidar que su bebé un día se volverá hombre, uno que podría resultar no estar contento con haber sido circuncidado a fuerzas. ¿Decisión familiar?... El único que va a estar utilizando esos genitales será él, no su familia. Los padres que eligen a la ligera una circuncisión para su bebé (y peor aún, si ya están informados acerca de posibles daños), están haciendo la arriesgada apuesta de que su hijo opinará exactamente igual a ellos, y eso no siempre ocurre. Existe una disparidad legal que favorece a las mujeres; pues en países Occidentales es ilegal cortar el más mínimo trozo de piel genital de una niña (en EEUU se ilegalizó la circuncisión femenina en todos sus tipos, en 1997), mientras que los varones no tienen la misma protección. Circuncidar “por estética” a un varón es no solamente violatorio de sus derechos, también absurdo. Si la vagina no tiene por qué ser un objeto de escultura según le parezca más bonita a cierta sociedad, el pene no tiene por qué serlo tampoco. Son órganos reproductivos y sensoriales cuya finalidad no es la estética, merecen que se les deje en paz como la propiedad privada que son. Cientos de hombres inconformes, anónimos por miedo a la burla de que podrían ser objeto, buscan actualmente maneras (quirúrgicas y no) de restaurar su prepucio. Existen métodos y productos. ¿Los hombres no se quejan?... Decenas de ellos nos escriben correos. Y no somos nadie para burlarnos o menospreciar su sentimiento de ser víctimas de una práctica médica chapucera y dañina.

  • Dentro de las justificaciones que se le buscan dar a esta práctica, está el argumento simplista de que el bebé “no recordará” el dolor, y de que la circuncisión no tiene ninguna consecuencia psicológica. Falta literatura al respecto, pero no tiene ninguna lógica el hecho de que muchas madres aceptan la idea de que, aún antes de nacer, sus bebés acumulan experiencias sensoriales, ¿y de pronto resulta que “no sienten nada”, ni les quedan huellas subconscientes, al ser sometidos a una brutal operación genital? (realizada muchas veces sin anestesia, por cierto). En 2002 se publicó un estudio en el Journal of Health Psychology, concluyendo que muchos bebés recién circuncidados mostraban síntomas de estrés postraumático, y se cree que esos síntomas pueden dejar efectos para toda la vida. Otro estudio, más famoso, demostró que los niños circuncidados reaccionaban posteriormente a las vacunas con muestras de dolor más exacerbadas que aquéllos que estaban intactos. La huella inconsciente queda, y nadie se está preguntando qué efectos tiene. Podemos especular su posible influencia en una personalidad más violenta o desconfiada por parte de algunos varones, sobre todo más desconfiados de las mujeres, de aquella primera mujer que no respondió a los gritos del infante que sentía un dolor que no podía explicarse. No sabemos si será sólo casualidad, o quizá causalidad, que las culturas fuertemente “circuncidadoras” están más a menudo participando en guerras internacionales o son víctimas de ellas (judíos, musulmanes y estadounidenses).

  • Para analizar, finalmente, razones sociales y de patriarcado, hace falta mucho más espacio y también una preparación académica en antropología, que no poseo. La literatura al respecto es escasa y a veces vaga, sin embargo, estudiosos de identidades de género y de poder como Miriam Pollock, hablan de cómo la circuncisión surgió en sociedades antiguas como un sacrificio ritual. Es un tema de género, de masculinidad y de poder. Hay teorías contradictorias, pero todas coinciden en darle importancia a la circuncisión más allá de que sea una simple “medida higiénica” – que se trata de un sacrificio con un fin patriarcal determinado. Ningún estudioso afirmaría que esta es tan sólo una práctica aleatoria que por coincidencia se hace a los varones y por coincidencia en los genitales. Algunos creen que se trataba de una forma de expresar que el niño y su cuerpo pertenecen a la comunidad. El mensaje no era tanto para el niño como para sus padres: somete a tu hijo a este ritual doloroso y riesgoso porque él no es tuyo sino del grupo, demuestra así tu obediencia a la deidad que lo ordenó. Es una forma de domar el feroz instinto materno de protección y recordarle a la madre que el cuerpo de un varón pertenece al grupo y nunca a ella. Una manera, incluso, de separar tempranamente al hijo de la madre, de forzarla a cortar su apego y poner primero el interés común. Cabe preguntarnos si aún en nuestra sociedad actual quedan restos de éste falocentrismo y de la idea inconsciente de un “sacrificio”: cuando un doctor presiona a una madre para que el niño sea operado (escudándose en la omnisciencia de ser el doctor), diciéndole que ella de todos modos “no entiende nada, porque no tiene un pene” (mientras que él, sin tener matriz, sí puede ser ginecólogo). El simple hecho de que a mí se me cuestione a veces en mi capacidad de emitir una opinión acerca de esto, muestra irónicamente esa misma cultura falocentrista. La descalificación por razón de género es, precisamente, una muestra más de que estos rituales surgieron y perduraron para afianzar un patriarcado que, a final de cuentas, nos dañaba a nosotras, pero a ellos también. 



Monday, June 25, 2012

La perspectiva femenina de defender los derechos de los varones – Parte 2


En la entrega anterior describí mi actividad como representante de NOCIRC, organización dedicada a difundir información para evitar la circuncisión masculina. Se mencionó someramente que de dicha práctica, considerada por muchos como una mutilación genital; nunca se ha podido demostrar concluyentemente un beneficio médico y, por el contrario, múltiples estudios demuestran sus daños a nivel sexual y también psicológico. Existen varias razones por las que la circuncisión masculina también es un tema de interés femenino y ya hablé de las razones sexuales. Continúo con otras.

  • Tomando otra de corte médico, están las razones de mortalidad. Pese a la enorme negación que rodea éste hecho, se sabe de bebés y niños que mueren por complicaciones de la circuncisión. Contrario a lo que algunos médicos afirman, el periodo neonatal es de hecho el más peligroso para cualquier cirugía. El cuerpo de un recién nacido tiene tan poca sangre que perder un par de onzas basta para ponerlo en shock hipovolémico, y perder un poco más puede matarlo. La herida abierta pasará mucho tiempo en un pañal sucio, con riesgo de infección grave. Para quien desee referencias específicas, están Ryleigh McWillis (Canadá), Jamaal Coleson (Estados Unidos) y Amitai Moshe (Inglaterra). Otro bebé judío cuyo nombre no se reveló, murió en Nueva York en 2005 – no por la operación en sí misma, sino porque fue contagiado de herpes cuando el mohel (rabino circuncidador), llevó a cabo la cuestionabilísima práctica del metzitzah b´peh; costumbre exclusiva de algunos grupos judíos muy ortodoxos; consiste en que el rabino, después de la operación, succiona con su boca la herida para limpiar la sangre[1]. ¿Cómo no va a ser un tema de interés femenino, que una madre pierda a su hijo en el altar de la tradición?... Es triste darse cuenta de lo protegida que es ésta práctica entre ciertos grupos, que están dispuestos a cerrar ojos y acallar bocas ante la pérdida de vidas, con tal de que la tradición sobreviva. Los propios judíos neoyorkinos dicen (en el artículo citado se ve) que no están dispuestos a reconsiderar su costumbre. Baste comparar las reacciones que surgen en Estados Unidos cuando un bebé muere por circuncisión y cuando un niño muere en algún ritual, por ejemplo, de una religión New Age. En este último caso las autoridades se movilizan, castigan, prohíben, hablan del derecho a la vida como superior a cualquier tradición o religión. En cambio, si un niño muere por circuncisión, la movilización es para proteger “la libertad religiosa”, para asegurarse de que nadie vaya a quitarme el derecho de mutilar a otro en nombre de mi ideología. Cómo no va a ser tema de interés femenino el sentimiento que tendrá para siempre una madre; de culpa, de falla, de angustia, de dolor. Sí, toda cirugía conlleva riesgos, pero debemos recordar que ésta es una cirugía innecesaria y algunos la califican incluso de estética. Por tanto, aquí una muerte son demasiadas muertes – una totalmente evitable. Una madre queda sin hijo, pero se le oculta la verdad o se le desprecia su pérdida para que tanto ella como todas las madres sigan creyendo que “con la circuncisión no les pasa absolutamente nada”.

  • Porque esta práctica es comparable a la mutilación genital femenina. Esta idea suele levantar revuelo por varias razones. La primera es que la mutilación femenina, en nuestra cultura occidental, resulta ajena, culturalmente alejada. Y es muy fácil criticar lo que hacen los musulmanes a sus hijas del otro lado de la Tierra; pero muy difícil preguntarnos si nosotros les estamos haciendo lo mismo a nuestros varones. Persiste la idea de que “se trata de dos cosas muy diferentes”. No tanto. Se dice que la mutilación femenina es cruel porque “se hace con el único fin de evitar el placer”. Por un lado eso es falso: también en Oriente Medio se han publicado “respetables estudios” que muestran que el corte femenino “mejora la higiene y evita enfermedades”. Por el otro, se mencionó en la entrega anterior que la circuncisión masculina también comenzó como un medio de limitación de la sexualidad, y de hecho se propagó en E.U.A. durante la era Victoriana para dificultar la masturbación. Hay diferentes grados de mutilación femenina y nosotros sólo oímos hablar del más grave, donde se cortan los labios vaginales completos; pero éste tipo es también el menos practicado. La enorme mayoría de musulmanes que practican algún tipo de “circuncisión femenina”, no hacen más que cortar el capuchón del clítoris, y a veces ni siquiera completo. La circuncisión masculina, puesta en escala comparativa, resulta mucho más severa. A fin de cuentas, mutilación es mutilación y no se puede promover una mientras se habla en contra de la otra. El cuerpo debe respetarse y protegerse, el de todos. La lógica de amputar y después averiguar para qué sirve (el remedio en busca de enfermedad); es una lógica retorcida trátese de varón o mujer. Debería ser al revés: demuéstrame que éste problema sólo y sólo puede corregirse cortando. Los gritos suenan igual, el dolor es el mismo. Perpetuar violencia contra los hombres no es una manera ética de hacer feminismo.

(Próxima parte: Ética, psicología y razones socio-culturales)


[1] The New York Times en línea, Agosto 26 de 2005: http://www.nytimes.com/2005/08/26/nyregion/26circumcise.html





Sunday, May 13, 2012

La perspectiva femenina de defender los derechos de los varones, parte 1.

El siguiente artículo lo estoy proponiendo para su (posible) publicación en Revista Mujeres. Será interesantísimo llevar a cabo un análisis más detallado de lo que es la circuncisión masculina desde un ángulo feminista, tomando en cuenta sus matices históricos, sociales y de patriarcado.

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Mutilación genital masculina:
La perspectiva femenina de defender los derechos de los varones – Parte 1

            Represento en México a la organización norteamericana NOCIRC, donde tenemos por tema la ética pediátrica, y nos dedicamos a difundir información médica adecuada para evitar la práctica de la circuncisión masculina. 

No vale la pena aquí hundirnos a profundidad en los detalles médicos; baste decir que se trata de una práctica absolutamente innecesaria, rodeada de mitos pseudo “médicos” que impiden verla como lo que realmente es: la amputación, sin indicación médica inmediata, de un tejido genital sano y que no causa ningún problema de salud por el solo hecho de existir. Esta amputación resulta tremendamente dolorosa para cualquiera – bebé, hombre o niño; además de que estudios hechos por diversos investigadores han demostrado que puede tener efectos negativos en la sexualidad y la satisfacción sexual, tanto del hombre como de su pareja (como el que llevaron a cabo Kirsten y Jeffrey O’Hara en su libro “Sex As Nature Intended It”[1]). Un 70% de los varones del mundo, viven su vida entera con genitales intactos y no presentan por ello ningún problema. En la totalidad de Europa la circuncisión es prácticamente desconocida, exceptuando a judíos y musulmanes; y a nadie se le ocurre sugerir que un hombre necesita cirugía por motivo de infecciones, o para tener buena higiene o para prevenir el VPH. 

Más allá de toda ciencia y de los estudios que nos puedan respaldar; la piedra angular de la ética médica que promovemos, es una idea muy sencilla: su cuerpo, su derecho. Paralelamente: no es mi cuerpo, no es mi derecho. Ser progenitor de un bebé varón no me da, no debería darme, per se, el derecho de “decidir” para mi hijo una amputación, nos guste o no la palabra, de tejido genital sano. Tejido que tiene funciones bien definidas aunque hasta ahora permanezcan ignoradas por muchos, comenzando por la propia comunidad médica que sigue definiendo erróneamente al prepucio humano como tejido sin valor. Nadie más que el propio dueño de cuerpo, debe poder decidir qué partes del mismo quiere conservar.

            No es éste el espacio para ahondar, como mencioné, en los detalles médicos, sino en los sociales, culturales, históricos y de perspectiva feminista. Por razones de espacio los iré dividiendo en partes. El tipo de activismo que llevo a cabo es muy peculiar porque me dedico a defender un derecho de los hombres, aparentemente nadando a contracorriente de nuestros tiempos, cuando el discurso sobre derechos ha girado en torno a las mujeres. 

Entre más lee uno acerca de la historia y orígenes de la circuncisión masculina; más se convence de que éste es, por muchas razones, un tema que toca profundamente a las mujeres de las sociedades donde se practica, en variadas maneras. A las madres, a las esposas, a las parejas sexuales, a las doctoras, a las enfermeras. Dentro del conjunto de razones por las que la circuncisión masculina también es un tema de interés femenino, se encuentran las siguientes:

  • Lo que ya se mencionó y que podría resultar más terreno, las razones sexuales. Además de los O‘Hara, también Frisch y Lindholm en el Instituto Danés de Salud Pública[2] demostraron que tanto los hombres circuncisos como sus parejas reportan con mucha más frecuencia problemas de insatisfacción sexual. Esto nos lleva a reflexionar si probablemente la práctica de la circuncisión surgió precisamente de una idea puritana para limitar el placer sexual. Es ilustrativo que hasta el propio rabino Moisés Maimónides aceptó abiertamente, en su libro “Guía Para los Perplejos”, que efectivamente la circuncisión masculina se hace para disminuir el placer sexual – publicado hace casi mil años. Aún hay quienes me dicen que, siendo mujer, “no puedo opinar” acerca del pene que es un órgano que no tengo y jamás tendré. Pero si mi sexualidad puede verse afectada ¿por qué no iba a tener yo una opinión al respecto?

En las partes siguientes continuaré analizando las razones por las que la circuncisión masculina también es un tema femenino, continuando sobre todo con las razones sociales, culturales y patriarcales que dan para mucha más amplia discusión.

(Próxima parte: Razones de mortalidad y comparación con mutilaciones femeninas)
Lic. Clara Franco


[1] O´Hara, Kirsten y Jeffrey. Sex As Nature Intended It”. Turning Point Publications, EUA 2001.
[2] Frisch MLindholm MGrønbæk M. “Male circumcision and sexual function in men and women: a survey-based, cross-sectional study in Denmark.”. International Journal of Epidemology. Oct 2011; 40(5):1367-81.






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