Monday, June 25, 2012

La perspectiva femenina de defender los derechos de los varones – Parte 2


En la entrega anterior describí mi actividad como representante de NOCIRC, organización dedicada a difundir información para evitar la circuncisión masculina. Se mencionó someramente que de dicha práctica, considerada por muchos como una mutilación genital; nunca se ha podido demostrar concluyentemente un beneficio médico y, por el contrario, múltiples estudios demuestran sus daños a nivel sexual y también psicológico. Existen varias razones por las que la circuncisión masculina también es un tema de interés femenino y ya hablé de las razones sexuales. Continúo con otras.

  • Tomando otra de corte médico, están las razones de mortalidad. Pese a la enorme negación que rodea éste hecho, se sabe de bebés y niños que mueren por complicaciones de la circuncisión. Contrario a lo que algunos médicos afirman, el periodo neonatal es de hecho el más peligroso para cualquier cirugía. El cuerpo de un recién nacido tiene tan poca sangre que perder un par de onzas basta para ponerlo en shock hipovolémico, y perder un poco más puede matarlo. La herida abierta pasará mucho tiempo en un pañal sucio, con riesgo de infección grave. Para quien desee referencias específicas, están Ryleigh McWillis (Canadá), Jamaal Coleson (Estados Unidos) y Amitai Moshe (Inglaterra). Otro bebé judío cuyo nombre no se reveló, murió en Nueva York en 2005 – no por la operación en sí misma, sino porque fue contagiado de herpes cuando el mohel (rabino circuncidador), llevó a cabo la cuestionabilísima práctica del metzitzah b´peh; costumbre exclusiva de algunos grupos judíos muy ortodoxos; consiste en que el rabino, después de la operación, succiona con su boca la herida para limpiar la sangre[1]. ¿Cómo no va a ser un tema de interés femenino, que una madre pierda a su hijo en el altar de la tradición?... Es triste darse cuenta de lo protegida que es ésta práctica entre ciertos grupos, que están dispuestos a cerrar ojos y acallar bocas ante la pérdida de vidas, con tal de que la tradición sobreviva. Los propios judíos neoyorkinos dicen (en el artículo citado se ve) que no están dispuestos a reconsiderar su costumbre. Baste comparar las reacciones que surgen en Estados Unidos cuando un bebé muere por circuncisión y cuando un niño muere en algún ritual, por ejemplo, de una religión New Age. En este último caso las autoridades se movilizan, castigan, prohíben, hablan del derecho a la vida como superior a cualquier tradición o religión. En cambio, si un niño muere por circuncisión, la movilización es para proteger “la libertad religiosa”, para asegurarse de que nadie vaya a quitarme el derecho de mutilar a otro en nombre de mi ideología. Cómo no va a ser tema de interés femenino el sentimiento que tendrá para siempre una madre; de culpa, de falla, de angustia, de dolor. Sí, toda cirugía conlleva riesgos, pero debemos recordar que ésta es una cirugía innecesaria y algunos la califican incluso de estética. Por tanto, aquí una muerte son demasiadas muertes – una totalmente evitable. Una madre queda sin hijo, pero se le oculta la verdad o se le desprecia su pérdida para que tanto ella como todas las madres sigan creyendo que “con la circuncisión no les pasa absolutamente nada”.

  • Porque esta práctica es comparable a la mutilación genital femenina. Esta idea suele levantar revuelo por varias razones. La primera es que la mutilación femenina, en nuestra cultura occidental, resulta ajena, culturalmente alejada. Y es muy fácil criticar lo que hacen los musulmanes a sus hijas del otro lado de la Tierra; pero muy difícil preguntarnos si nosotros les estamos haciendo lo mismo a nuestros varones. Persiste la idea de que “se trata de dos cosas muy diferentes”. No tanto. Se dice que la mutilación femenina es cruel porque “se hace con el único fin de evitar el placer”. Por un lado eso es falso: también en Oriente Medio se han publicado “respetables estudios” que muestran que el corte femenino “mejora la higiene y evita enfermedades”. Por el otro, se mencionó en la entrega anterior que la circuncisión masculina también comenzó como un medio de limitación de la sexualidad, y de hecho se propagó en E.U.A. durante la era Victoriana para dificultar la masturbación. Hay diferentes grados de mutilación femenina y nosotros sólo oímos hablar del más grave, donde se cortan los labios vaginales completos; pero éste tipo es también el menos practicado. La enorme mayoría de musulmanes que practican algún tipo de “circuncisión femenina”, no hacen más que cortar el capuchón del clítoris, y a veces ni siquiera completo. La circuncisión masculina, puesta en escala comparativa, resulta mucho más severa. A fin de cuentas, mutilación es mutilación y no se puede promover una mientras se habla en contra de la otra. El cuerpo debe respetarse y protegerse, el de todos. La lógica de amputar y después averiguar para qué sirve (el remedio en busca de enfermedad); es una lógica retorcida trátese de varón o mujer. Debería ser al revés: demuéstrame que éste problema sólo y sólo puede corregirse cortando. Los gritos suenan igual, el dolor es el mismo. Perpetuar violencia contra los hombres no es una manera ética de hacer feminismo.

(Próxima parte: Ética, psicología y razones socio-culturales)


[1] The New York Times en línea, Agosto 26 de 2005: http://www.nytimes.com/2005/08/26/nyregion/26circumcise.html





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